lunes, 17 de noviembre de 2008

2008: Un presente alternativo (2)

(...)
-Déjalo- dijo la voz de la mujer dirigiéndose al hombre- Ya me encargo yo.
Aquel extraño hombre se metió de nuevo en el coche y la mujer se apresuró a hablarle, con mucha delicadeza.
-Andrea, sé que te sonará raro, pero tienes que venirte con nosotros.- y señaló hacia el coche.
- ¿Que qué? Pero… ¿Quiénes sois, por qué he de haceros caso?
-Porque te conviene. Si te quedas aquí desaparecerás como el resto de la gente.
-Pero ¿qué narices…?
-¡Shhh!- le cortó la extraña mujer.- No debes hablar. Aquí no.- miró a su alrededor- Vamos, sube al coche.
Al ver que Andrea no hacía caso, señaló:
-Tú lo has querido…
Se apresuró a entrar al coche y salió repentinamente de él otra persona. ¿Pero cuántos había ahí dentro?
Era otra chica. Esta vez de estatura media y con el pelo corto. Llevaba en el regazo una bolsa de cartón que chorreaba un líquido amarillento y extraño. Sin decir palabra, extrajo lentamente lo que había en el interior de la bolsa. Andrea casi vomita al verlo: era la cabeza cortada de el tipo que siempre le quitaba su sitio en el autobús: Vicente Cano.
-¿Quieres que te suceda lo mismo?- le preguntó la extraña.
Ella negó con la cabeza.
-Pues entra al coche.
Obedeció sin rechistar y más asustada que nunca. Contempló que en el interior del vehículo se hallaba una persona más que iba al volante. Tenía el pelo rizado y las patas apenas le cabían en aquel asiento.
-¿Qué miras?-le atestó
-Nada, nada- y se giró a mirar por la ventana.
Tras un viaje de una hora, llegaron al aeropuerto de Alicante.
El coche aparcó y todos se bajaron. La mujer alta que conducía agarraba fuertemente del brazo a Andrea por si cabía la posibilidad de que se escapara. Cuando entraron a la diminuta terminal, la muchacha se fijó con más detenimiento las cuatro figuras de los extraños. La chica alta de pelo rizado llevaba también en la mano que le quedaba suelta cinco pasajes, pero no logró ver con qué destino.
-Más vale que tus viajes Express sean fructuosos.-espetó el hombre alto con gabardina.
- Ya te he dicho que tengo contactos con la aviación, en menos de cinco minutos llegaremos a Washington DC.
-Piensa que estamos en el año 2008…- señaló la chica de falda-tubo.
-Utilizaremos entonces el otro método.- dijo la mujer alta.
-Aquí no es seguro…
-No tenemos alternativa.
Chequearon sus billetes, pasaron el control de policía y se dirigieron a la puerta de embarque correspondiente. Una vez dentro del avión, la azafata les acomodó en asientos de primera clase y les ofreció champagne.
La chica con el pelo corto se levantó de repente y se dirigió a cabina. Sin saber cómo ni porqué, en cinco minutos habían aterrizado en el aeropuerto de la capital de EEUU.
-Bien hecho- le dijo la mujer falda-tubo.
El aterrizaje fue suave y rápido- ¡y tan rápido!- Una vez fuera del avión, tomaron una limusina. La mujer de pelo rizado hizo ademán de montarse delante para conducir pero el hombre alto le paró los pies.
-¡Esta vez conduzco yo, puta!
La mujer se santiguó y besó el rosario que colgaba de su cuello al oír la última palabra (...)

Laura Martínez

3 comentarios:

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Está interesante. Si pudiéramos crear un presente alternativo... en sueños.

Un saludo

nestor dijo...

hola amiga lau....por aqui todo bien...una primavera espectacular.
y vos...cómo andas?
saludos mil....

AdR dijo...

Ya me hubiera gustado a mí tener a esos tipos en el aeropuerto de Alicante una vez que mi vuelo se retrasó 1 hora :D

Qué intriga... sigo, sigo.