Me pregunta que por qué no quiero acostarme con él, que si
es porque es más bajito que yo, que a él normalmente no le caen bien las altas,
pero que conmigo no sabe, es diferente. Que no lo entiende, que por qué, que
tuvimos una agradable velada, una íntima charla de desconocidos, que le ponen
mis piernas. Que si ha hecho algo mal, que si ha dicho algo inoportuno, que si
es porque soy más alta, que a mí eso me da igual, que yo me follo a los
centímetros y a los no-centímetros también, que me cae bien, que me gusta su
verborrea, que por qué no me lo tiro, que por qué no blablabla, ¡por qué! Lo que
pasa es lo de siempre, las expectativas, que los hombres dan por sentado todo:
que les debo algo, un nosequé, que me lo llevaré a mi casa, que sostendré su
pene entre mis dientes, que me lo tiraré gritando que soy suya (que le debo algo). Lo que pasa es lo de
siempre: la mala educación.
martes, 14 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)