Me ha despertado una pesadilla. Creo que he balbuceado algo apocalíptico
de manera inconsciente. Samu me ha besado la frente y me ha dicho que todo está
bien. Le he mirado y le he preguntado si me quiere. Me ha dicho que sí y el
susto del mal sueño se ha pasado. He saltado de la cama y me he vestido, con
ganas de coqueteo, para ir a la compra.
Teníamos suficiente comida, pero faltaban huevos, queso y aire fresco.
Así que he salido con mis propias bolsas y la bici a punto. Me he despedido
como si fuera a la guerra. En cuanto he rodado un poco me he sentido culpable:
¿eran tan necesario los huevos y el queso? En el camino me he topado con la
policía a caballo, ellos también me han visto y con un gesto feo de policía, me
han reclamado a su lado. “¿A dónde crees que vas?”. Por un momento he pensado
que sabían que tenía la nevera suficientemente llena. Yo soy de las que se
asustan rápido con la autoridad y lo han olido. Al final no ha pasado nada, me
he despedido con un "buen día" que no me han devuelto.
viernes, 20 de marzo de 2020
Día 5 de confinamiento
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