jueves, 24 de abril de 2008

Semilla negra

-Si estás enfadado con la vida no es mi problema- vociferó medio llorando, incluso con resquemor.
Todo quedó en silencio. A su marido se le notaba el nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas a punto de explotar.
Pero lo peor no fue aquello: sus hijos estaban delante cuando ella vociferó esto último.
La hija mayor ya sabía cómo estaban las cosas desde hacía tiempo, pero no consentiría que su hermano pequeño se percatase de la situación.
Tras aquel comentario, el padre abandonó el paseo por la playa y regresó al coche. La madre se posó sobre la barandilla que había justo en el paseo marítimo, cabizbaja y algo arrepentida, a pesar de que su orgullo le pudo y no pidió perdón.
El pequeño se acercó al oído de su hermana y le susurró:
-¿Crees que papá y mamá se van a separar?
-No cariño- le sonrió ésta- Solo que ahora están enfadados, como cuando tú y yo nos peleamos, pero luego hacemos las paces…
-¡Ah! Se están haciendo de rabiar ¿No?
La hermana rió un poco.
-Sí, algo parecido.
Y tras aquello, le agarró de la mano y siguieron paseando por la playa. La madre no lo impidió, ya que sabía que ambos hijos huían de la tensa situación.
Hermano y hermana, sentían el tacto de la arena colarse entre sus pequeños dedos; el pequeño giraba la cabeza para mirar a su madre, que seguía sumergida en su propia tristeza por la pequeña infamia que había cometido durante mucho tiempo. La mayor, sin embargo, no quiso girar su cabeza para contemplarla. ¿Hasta cuándo iba a durar el siembro de la semilla negra?
Laura Martínez

martes, 22 de abril de 2008

TACAÑA


Aquel niño era yo. El que viste hacía días en la puerta de la primitiva pidiendo algo de limosna, aquel del cual ni si quiera te percataste. ¿No te daban pena mis manitas preparadas para recibir un par de monedas y propinas? Pero, soezmente, elevaste tu mirada por encima de tu grueso hombro y entraste a jugar a la quiniela, tentaste a la suerte. Aquel niño era yo: mísero, famélico y moribundo, aquel quien vio un pequeño papel deslizarse de tu bolso de señora estirada, el mismo papel que llevaba premio, y ahora soy yo quien te mira desde más altura.
¡Por tacaña!
Laura Martínez

viernes, 18 de abril de 2008

Una anécdota para Seki

VILLANCICOS EN EL PORTAL DE BELÉN.

Aquella tarde- noche todos pasaban frío. Seki iba abrigado hasta la cabeza, Cris aunque no tan abrigada como él llevaba también un jersey de lana y un anorak. María y Belén iban normales, eso si, que a María no le faltase el cuello alto. También estaba Elena, la prima de Lau con su acento alemán-español, y Joana con sus pantalones a rayas y su pelo largo, Andrea con su pelo punk y su pantalón naranja, y por último, como no, la más fashion de todas: allí llegó la súper Laura con sus súper alpargatas, pasando un frío que te pelas, solamente para exhibir sus modelitos.
Decidimos dar una vuelta, cruzamos todas las calles, pasamos por el paseo, por el parque nuevo, una segunda vez por el paseo... También pasamos junto a la iglesia y vimos una pequeña carpa. Nos entró la curiosidad por saber lo que habría allí adentro y, aunque estaba cerrada, nos metimos por un rinconcito que había. Al entrar descubrimos que había un Belén, no muy bien hecho que digamos, pero en fin... Un Belén.
A Laura le dio por cantar villancicos y como no, desentonaba una cosa mala haciendo un montón de gallos, pero sin importarle, siguió cantando.
A este canto “laureano”, se le unió Cris y seguidamente Elena. Todo el mundo quedó callado y miraba sorprendido aquel ruido espantoso. Cuando decidieron dejar de cantar, Seki quedo solo con el canto y entonaba voces tenores. A esto que de repente apareció una señora mayor, con pelo canoso, y arrugas de expresiones. Su cabeza estaba asomada por un hueco pequeño que había entre las paredes de plástico de aquel sitio, y dijo:
_ ¡AH! Eras tú quien estaba pegando gritos.... Ya pensaba yo que iban a robar el Belén, o algo parecido. Ahora sé que el Belén está a salvo con tus cantos.
Y la mujer le entregó una espada al súper EZEQUIEL, para que pudiera defender aquel lugar tan sagrado y típico de Navidad: el Belén.
Seki no sabía lo que decir, pero aceptó la espada con orgullo. Desde aquel día Seki se convirtió en el guardián de los Belenes durante todas las navidades, y quien sabe, tal vez también para la próxima....
Laura Martínez. (2005)
Felicidades Ezequiel!

martes, 15 de abril de 2008

AQUEL ERA YO



Aquel niño era yo. Aquel que miraba con ímpetu y grosería; aquel mismo que te arrebató tu otro niño; aquel a quien le arrebataron su felicidad.
Ese soy yo; el que día a día escribe sus añoranzas y las ganas de vengarse otra vez, porque aunque ya te maté, todavía sigo insatisfecho.
Conozco mi destino: acabaré tirándome por un puente. Igual que hiciste con el cuerpo de mi hermana.Escribo mis últimas palabras sentado en el borde de la muerte. Dentro de unos segundos sólo seré un cuerpo que se precipitaba a la inmortalidad, tras haber sido asesinado por su propia insensatez
Laura Martínez.

domingo, 13 de abril de 2008

El misterio del bosque.

La niebla que el camino contenía, impedía que pudiera ver más allá. Intenté cruzarlo y seguir caminando, pero temía a tropezarme con algo que no quería junto a mí. El sendero era estrecho, pero largo. Yo caminaba cautelosa y entrecerraba los ojos constantemente porque el frío me azotaba la cara, y la espesura de la niebla me invadía. Ni si quiera me permitía ver mi mano, por no ver, no veía nada; tan sólo el blanco del paisaje; que era todo lo que había alrededor. Me senté confusa y asustada en medio del camino porque el miedo y la niebla me impedían avanzar, y me quedé atascada de pie sin saber que hacer.
Fue una tarde horrenda; todavía recuerdo cómo mis piernas temblaban al son de los pájaros que yo me imaginaba, ya que hasta la fauna había salido corriendo años atrás, cuando el bosque se hubo vuelto tenebroso. Estaba vacía,
parecía no tener vida, incluso dudaba de si yo había muerto ya.
Apagada y con la llama de la vida a punto de extinguirse, una fuerza mayor s apoderó de mí. No recuerdo que fue ni cómo sucedió, pero por algún milagro, la niebla del camino se fue desvaneciendo poco a poco. “Menos mal” pensé “Ya ha pasado todo…” Pero por desgracia para mí, no acababa de empezar.

La tarde se había consumido cuando me volví a levantar del suelo; y sin darme cuenta, el espeso negro de la noche me envolvía. A pesar de que ésta no vino acompañada de Luna siquiera, ni estrellas, una luz misteriosa proyectaba las sobras espeluznantes de los árboles secos y sin hojas. Me perseguían allá a donde yo fuese mientras yo caminaba rápido para esquivarlas; pero sin éxito, me vi atrapada en su inacabable persecución. Por más que corría, nunca divisaba la frontera de aquel bosque, parecía infinito… Fue entonces cuando, en medio de aquella oscura noche, una silueta abstracta se opuso en mi camino. Difusa allá a lo lejos, sabía que me contemplaba y me miraba. La sensación nerviosa de saber que me vigilaba me asustó aún más. Como me acordé un poco de mi locura, decidí que aquello no era real y seguí caminando. Me acercaba más y más a la figura, y cada vez veía más su siniestra cara. Ambigua. Aquella era la palabra que la describía. Yo sentí su mirada compadeciéndose de mí, supongo que sentía lástima. Me miraba como diciendo: “pobre niña, que perdida está… si hubiera alguna idea de dónde se encuentra…” Y desapareció.

De aquello hace ya mucho tiempo, y aquí sigo: atrapada en el frío bosque del misterio.
Por las mañanas sigo sin poder ver, y por las noches los árboles siguen proyectando sus mismas sombras; aunque ya no les temo. Por eso, decidí dormir de día y funcionar en la noche. Sé que la figura que vi me persigue, la he contemplado muchas veces más por el sendero, se cruza conmigo. También sé que es mi ángel protector, que se apiada de mí y me protege de los peligros que se ocultan bajo este intenso terreno de árboles.
Yo sigo caminando, y camino, y camino. Sé que mi andar será infinito, porque el sendero es infinito. Ya no tengo miedo de la noche, ni si quiera de la niebla; ahora temo a encontrarme algún día el fin de mi viaje.

Laura Martínez.

jueves, 10 de abril de 2008

COPIADOS A OJO

-No. ¡Están copiados a ojo!_ vociferó enfadada porque yo había insinuado que los había calcado_ Si tú no sabes hacerlos mejor, no es mi problema.
Y tras aquello, enojada, se levantó y comenzó a recoger sus cosas algo molesta.
Ambos aspirábamos a artistas, aunque ella, además, también quería ser actriz: le encantaba el arte dramático. ¡Y nunca un término mejor! Ella era la reina del drama. Exaltaba su voz cada vez que intentaba llamar la atención y dramatizaba siempre el momento con unas lagrimillas y añadiendo siempre estas palabras: “¡Oh, es que me encuentro fatal! ¿No lo entiendes?” Eran automáticas cuando veía que se estaba comportando como una cría, (de hecho, todavía no llegaba a ser adulta).
Parecía una maniática incontrolable, una pobre víctima más de sus propias palabras.
Yo sabía que tendría que recoger mis cosas de la mesa y salir corriendo tras ella hasta alcanzarla si no quería que el asunto se pusiera feo.
-Sarah, espera…- le dije, medio gritando para que me pudiera oír.
Me conocía la historia de memoria: a ella en realidad le gusta que le persiga porque así se siente importante, por eso corre cada vez más aprisa cuando se percata de que yo la estoy siguiendo, y así sabrá si soy capaz de correr tras ella más aún, y cuando la alcance, se girará, me abrazará y me pedirá perdón por lo egoísta que ha sido. Y de hecho, así sucedió:
-Lo siento,-dijo, todavía abrazada a mi cuello- lo siento…
Yo le acariciaba sus finos rizos lentamente con una mano, mientras que con la otra le rodeaba la cintura.
En cierta forma la entendía: su vida no en aquellos momentos no pasaba por buena fase. De vez en cuando me contaba algunas cosillas de su entorno familiar, y resultaban ser algo tristes. Ahora más que nunca, (aunque siempre lo ha necesitado) necesitaba atención. Un par de mimos, unas caricias y cuatro piropos; aquello siempre resultaba y se sonrojaba a la vez que te sonreía, y tú agradecías esa diminuta sonrisa, que significaba en realidad un “gracias” a tus halagos.
-¿Crees que podrás perdonarme?- un hilillo de voz fue lo que le salió a la pobre.
Yo sonreí sin que pudiera verme, ya que estábamos todavía abrazados.
-Tonterías; no tengo que perdonar nada.
Se soltó de mi cuello, me dio un beso en la mejilla, y añadió:
-Eres un gran amigo.
Yo asentí con tristeza, porque en el fondo, ambos sabíamos que yo aspiraba a algo más.

Laura Martínez García.

OTRA PARA CARMEN!

Jajajaja, con el ingente fracaso anterior de intentar oír la canción de la señorita Keys, volveré a intentarlo una segunda vez. Podré un video de youtube mejor (espero que salga abajo de lo que estoye scribiendo jajaja) Y a ver si te gusta la canción, Carmencita!

Saludos

miércoles, 9 de abril de 2008

SUGIERO QUE TE VAYAS


“Niño, tira pá Linares.” Pienso “Y no vuelvas. Desaparece de mi vida, sumérgete tú sólo en tu propio océano oscuro y no quieras ahogar a los demás. Vete, no me hagas pensar que te odio antes de tiempo; corre ahora que todo está más o menos apaciguado, escapa de tu propia mentira, aquella que creí y que estoy apunto de descubrirla. Sí, anda, antes de que pueda arrepentirme de quererte olvidar, antes de que me de cuenta de que no eres suficiente valiente para la realidad, antes de que me de cuenta de que no es bueno estar a tu lado. Vete, y te recordaré como aquel que me abandonó, pues prefiero recordarte como a un egoísta que me hizo daño y que en el fondo le quiero, que como un egocéntrico mentiroso que odio. Vete sin decirme nada, como si algún misterio desencadenase tu vida y yo no lo pueda saber, déjame si quieres una nota de “lo siento”, pero márchate, no vuelvas. Por favor… no quiero saber lo engreído, mentiroso e insuficiente que pudiste llegar a ser; no quiero darme cuenta de lo inocente que fui por haber creído en tus palabras, por haber creído que de verdad me querías. Vete ahora que nadie sabe la verdad y sólo yo puedo imaginarla, ahora que todo el mundo te ve todavía como persona aceptable y ahora que yo puedo todavía convencerme a mí misma de que has tenido tus razones para dejarme. Vete antes de que yo te deje a ti… corre por aquel camino fangoso que llegaste, e intenta no quedar atrapado en el oscuro barro de tus mentiras; antes de que yo quede atrapada de nuevo en tu “te quiero” o antes de que me de cuenta de que es falso. Huye ahora que no es ni demasiado pronto ni demasiado tarde, huye con tus gritos y sal de aquí… ahora que todavía puedo creer que lo que me dijiste era verdad; ahora que todavía sé que aún te amo.”
Laura Martínez

lunes, 7 de abril de 2008

LAS MIL Y UNA NOCHES

Las mil y una noches estuvieron hechas para mí: una para pensar en ti, y mil para olvidarte.
Esta en concreto completa las mil y una, así es que por fin, mañana me libraré de las cadenas que yo misma me ato a tu persona; y las siguientes noches, Dios sabe lo que haré. Locuras, supongo.
Pero querido, (y para mañana ni si quiera una pizca) hoy me toca escribir sobre ti; sobre cómo, noche tras noche, (mil y una en concreto) te colabas en mi mente y me impedías pensar en cualquier otra cosa. Porque era éste mi destino, que quizás yo solita me forjé; porque van mil, y con ésta mil y una; y porque quizás me equivoque y sume las mil y dos.
Odio todo esto, pero los momentos frustrantes debajo de las sábanas, llorando todo un río, pasarán a la historia jamás contada. También te odio a ti, y sabes que no soporto idealizarte, por eso de vez en cuando una oleada de miradas odiosas contra ti te acechan cada vez que te veo pasar; pero debo admitir que no es el odio lo contrario al amor; sino la indiferencia… odiar a alguien es darle demasiada importancia, así es que podríamos decir que todavía me importas lo suficiente como para odiarte;. Pero cada vez se acerca más la cuenta a atrás; cada vez queda menos para olvidarte, cada vez queda menos para rellenar estas páginas en blanco con mis pésimas y frustrantes palabras, y cada vez queda menos para que luego yo las lea con más detenimiento y comprobar que ya no me acuerdo en qué podría haber estado pensando antes. En ti, quizás. Y decirme que para mí tú ya no eres nada, (y hacer como que me lo creo), y comprobar que yo para ti no soy nadie (y dibujar la tristeza en mi mente porque además de creérmelo, es totalmente cierto).
Porque sólo quedan veintiocho segundos para acordarme de tus cabellos brillantes, y ahora veintisiete para acordarme de qué maneras de superioridad, te lo tocabas y desmelenabas. Porque ya no seré la que finja una sonrisa falsa e idiota cada vez que te vea, porque cuando pases ya no sabré quién eres.
Diecinueve segundos que marca la aguja del reloj, y en cada “tic-tac” me imagino el pestañear de tus ojos, y cómo los míos, desorbitados, te contemplan.
Ahora sólo seis para acercarme más al olvido, a tu olvido, a no volver a saber de ti.
Tres, dos, uno… ¡TIEMPO!

… ¿Qué os estaba contando?
Laura Martínez

jueves, 3 de abril de 2008

PARA CARMEN


Hoy hago una pequeña excepción y pondré una canción de Alicia Keys, (la única que me gusta de ella) que estoy en proceso de tocarla con el piano.

Carmen, aquí la podrás escuchar, y disfrutar también, porque, a pesar de que no se amucho mi estilo de música, esta me encanta... Espero que te guste también a ti...

Tranquila... te estudiaré piano para el viernes 8-)

Laura Martínez.


miércoles, 2 de abril de 2008

TENTACIONES...


Todas las noches me despierto por mi instinto; todas y cada una de ellas. Entonces me quedo un rato pensativa entre las sábanas calientes, e intento oprimir la tentación de levantarme hacia la cocina, abrir la estantería de los dulces y comenzar esa tableta de delicioso chocolate.
Mmmm.. Chocolate; dulce tentación que nos ofrece posibilidad de placer en nuestro paladar. Al final, tu fuerza de voluntad es vencida, y tus manos , inconscientes, ya están abriendo su envoltorio, y a pesar de que esta situación la has vivido noche tras noche, esperas con impaciencia el olor que el chocolate desprende, y te envuelve ligeramente el cuerpo mientras tu cierras los ojos y hueles, embriagada, su aroma.

Llega entonces el momento de trocearlo, y uno de los cachos va a parar a tu boca. Lo primero que notas es su textura en tu paladar, y sientes cómo se va fundiendo lentamente en tu boca y se esparce por toda ella hasta degustarlo.

Y a pesar de que el placer es sumamente grande, no llegas al éxtasis hasta que compruebas, apenada, que el intenso sabor del chocolate se va perdiendo y es entonces cuando lo saboreas más que nunca. Esto último te incita a coger otro trozo.
“El primero, te dices, para comprobar una vez más el placer del chocolate; el segundo, para verificarlo y comprobar que su sabor ha sido real…” Pero llega entonces un tercero. “éste por mis noches a solas, donde la cama se me quedaba grande…” Y también llega un cuarto: “éste por la libertad a poder escoger cuántos trozos me como hoy” “Éste por los buenos recuerdos del pasado” “Éste por los malos” “Éste por los éxitos que he conseguido en esta vida” “Dos por los fracasos, ya que han sido más” Y miras la tableta con tentación.
“Éste por la dulzura de su mirada” “Éste por la noche de lujuria junto a él” “Éste por mis ganas de más noches como aquella” “Éste, por las que sé que no tendré” “Éste para escribir sobre el placer del chocolate cuando acabe” “Y este para finalizar la tableta entera.” Entonces saboreo por última vez en esa noche los placeres ocultos bajo el tierno y dulce chocolate, a la vez que saboreo todos mis recuerdos llenos de pasión.

Porque, a veces, en esta vida las tentaciones son necesarias.
Laura Martínez.

martes, 1 de abril de 2008

EL GATILLO HIPPIE

-Aquí estoy de nuevo, dispuesto a disparar. Apriétame, y lo demás trabajará sólo, puro mecanismo, ¿Sabes? Es fácil. También debo decir que no puedo trabajar solo: el dedo sudoroso de algún humano loco es mi socio; es él quien me ayuda a impulsar la bala hacia fuera y que justamente llegue al corazón o a la sien del pobre que tengo enfrente, aunque si lo pensamos bien, también depende de la flaqueza del socio.
Soy un gatillo algo desenfrenado; no os imaginéis a un gato jugando con una bola de lana entre sus patitas pequeñas y sus uñas afiladas; más bien soy un gatillo muy serio, me gusta mi trabajo y me siento orgulloso conmigo mismo, pues a lo largo de la vida he matado a mucha gente.
Me da satisfacción ver la sangre brotar a borbotones del cuerpo de alguna persona, y que, indefensa, intenta apartar la vista de mi socio apunto de apretarme. Lo que siento en el momento cuando el dedo me impulsa, es como un ligero empujón hacia atrás, pero que luego rebota con más fuerza hacia delante, y el mismo impulso llega hasta el cuerpo del pobre inocente que, en un futuro cercano, morirá.
Soy un gatillo hippie, algo paradójico lo sé. Yo no voy predicando por el mundo la paz y el amor, ni si quiera creo en estos dos términos; pero sí me gusta alcanzar mi propio ritmo sin preocuparme de los demás, porque, a pesar de que mis cifras de mortalidad humana son altas, hay algunos que me superan.
Bueno, tras una pequeña descripción mía… ¿qué decides? ¿Te apuntas? Yo suelo matar por amor al arte, no tengo ninguna excusa para hacerlo. Así que si quieres emociones fuertes, y pasar a ser uno de aquellos que no colaboran en el mundo, que han perdido toda esperanza y que se unen a los pesimistas, entonces serás mi próximo dedo sudoroso ideal. -.
-¿Dónde dices que debo firmar?
-Aquí, justo abajo… ¡Perfecto! Ya tienes contrato. Puedes empezar a trabajar justo mañana. Ven a las nueve, y no te retrases por favor.
Laura Martínez.