viernes, 26 de septiembre de 2014

Odiarás París


Si vuelves a París, más te vale tener un buen motivo, porque llegar sin intenciones declaradas puede convertir el viaje en una devastadora melancolía, del una vez pasó y me he quedado como agua estancada en la retentiva. El Sena, la Eiffel, los Campos, la Dame, el idioma e incluso la bandera, provocan sobre el cuerpo una reacción de profunda y entera enajenación. Querrás que te hospede, como vez pasada, el amor, que te camufle la elegancia y revivir la autenticidad del bucolismo urbano.

Así que quedas advertido: si quieres volver a París, a esta ciudad de días inesperados y noches sobresaltadas, asegúrate de tener un buen motivo, porque si existe la posibilidad, -la remota posibilidad- de que no suceda nada, de que no destelle optimismo el canal Saint-Martin, de que no se viva la sensación de romper con el hermetismo, de que no llueva mientras observas los férreos pies de Francia, no podrás evitar sentirte traicionado y lamentarás odiar París eternamente. 


miércoles, 17 de septiembre de 2014

O entre las piernas

A veces no soy bienvenida y ni siquiera me importa. Actúo con reverberación, para que suenen más estrepitosos los pestañeos de indiferencia, para que atruene el eco de mi risa: ja-ja, ji-ji.
La calma reside en aparentar (y beber algo de cerveza: un vaso, la botella de cristal de un litro). Ya es suficiente, pienso, que la cebada no está para malgastarla en atrocidades de lo trivial. Cada cosa que hagas, cada cosa que digas, bajo con(s)ciencia o no, que sea porque te lo pide el anticuerpo, ese que sale del chiribitil al menos tres veces por semana.
No soy partidaria de dejar pasar las cosas, aunque sería sensato, sólo de vez en cuando, proceder como si nada importase, como cuando se escucha un tema de Ian Curtis y se piensa que su jodida y complicada vida es demasié para el entendimiento. Pero ¿qué puedo decir yo? Poco he aprendido de la existencia, además de saber que en muchas ocasiones la clave reside en estrujar lo que se tiene en las manos (o entre las piernas).

Jonpaul Douglass sabe más de la vida. #Pizza