No sangré, lo
recuerdo / Tú te pusiste como una fiera / Me gritabas. Rugías / Como una
fiera / Porque no sangré, lo recuerdo / Yo no era de nadie, te dije / y
volviste a tomar forma de bruto / Porque no sangré / y porque me
querías mucho / demasiado / Aún así me gustaba el olor de tu piel / sin estar
impregnada de hematíes, leucocitos y plaquetas / También me gustaba tu pelaje
rubio, que era de bestia / porque no sangré, lo recuerdo / Me querías, oh sí,
lo sé, me querías /Y yo / te dije que
no era de nadie /
![]() |
Grabado de Marina Anaya. |
Más tarde te pedí
que me llevaras a casa.
Un día después,
me llamaste para ver qué tal me fue en el examen de matemáticas. Ahí tampoco
sangré, y volviste a transformarte.
Me daba pena tu
angustia,
así que te
acariciaba el pelaje rubio
mientras
te decía que algún
día de estos me iría.
Siempre sin
sangrar.
Tus manos no eran
garras, pero te ponías como una fiera.
Triste.
Desvalido.
Luego pedíamos
pizza.
Yo me sentía sexy
cuando te decía que no era de nadie.
Tú lo sabías.
Sabías
que
no íbamos a
ninguna parte.
A mí me gustaba
la playa en invierno y a ti cocinar platos con piña.
No éramos
incompatibles. Pero yo no sangraba, y tú borboteabas rojo.
Siempre.
A todas horas.
El día que me
dijiste “creo que te quiero”,
tomábamos
té. Te respondí
que
quería mi
ordenador arreglado de vuelta.
Y aquel día / sólo
aquel día / sangramos los dos juntos / porque tú me querías / y yo / intentaba
quererte /
1 comentario:
Increíble!
Publicar un comentario