martes, 25 de septiembre de 2012

Aquellas tardes contigo



"Contigo" Marina Anaya

Se enciende la luz. El salón está desordenado. Los cojines han acabado en la otra punta de la habitación. El sofá no está encajado en su esquina. 56 cm de separación con la pared. Ladeado. Hay cera derretida en la mesa de mármol por las velas ignoradas. También envoltorios- 4 ó 5- de preservativos esparcidos por el piso. La Chica está desnuda, tumbada en el sofá rojizo, con la cabeza mirando al suelo y las piernas estiradas y apoyadas en la pared melocotón. El Chico ha ido a limpiarse al baño. Ella piensa que también debería. De repente se oye gritar desde el aseo:

CHICO: ¿No tienes toallas?
CHICA: (mientras juega con sus pies en el respaldo del sofá) Mira en el armario de la izquierda. Creo que ahí tienes un par.

Se oye el abrir y cerrar de las puertas de los armarios, la búsqueda dura un rato. [Pam, pam, pam]

CHICA: ¡Oye no me rompas el mobiliario, capullo! ¿Qué son esos portazos?

El Chico no contesta. Después de unos segundos llega corriendo hacia el comedor. Sus pisadas son largas y evocan patosidad.  Él, también desnudo, entra con una toalla en la mano. Su miembro todavía está erecto.

CHICO: ¡Mira, mira! (apoyando la toalla sobre el pene) ¡A que es una pasada?
CHICA: (se ríe) Eres idiota. No puedo creer que tengas la edad que tienes. ¡Pareces un crío!
CHICO: ¡Pero si es divertidísimo! (pone las manos sobre su cintura y empieza a realizar movimientos discoidales) Aguanta la jodida, ¿eh?

La Chica deja su reversa postura y se endereza. Por un momento ve chiribitas por la habitación y se marea. Cierra los ojos y apoya los dedos en los párpados. Siente cómo, al lado, el sofá se hunde. El Chico se ha sentado junto a ella. Le da un beso en la frente.

CHICO: Vamos, no es para ponerse así- bromea- con lo de la toalla sólo quería sorprenderte.
CHICA: (ríe de nuevo y le propina un manotazo –cariñoso- en el hombro. Hace una pausa antes de hablar) ¿Cenamos algo? Tengo hambre. Además, deberíamos irnos, mis abuelos llegarán en poco.

El Chico asiente. Sugiere cocina hindú o pizza. Ambos se levantan para recoger la ropa y vestirse. Cuando toma el pantalón que cuelga de la silla, él canturrea una canción:

CHICO: (de fondo durante toda la escena) quiero ser tu perro fiel, tu esclavo sin rechistar, que luego me desato y verás, a ver qué me dices después, so payaso, me tiemblan los pies a su lado, me dice que estoy descolorío, la empiezo a besar…

Están de espaldas. La Chica se viste mirándose todo el rato en el espejo del tocador. Antes de ponerse el sujetador, se contornea los pechos. Se los levanta desde la zona superior con los dedos índices, luego saca los hombros hacia fuera. Le encanta la forma huesuda de la cintura escapular. Se toca la clavícula y piensa que le gustan las sombras creadas en su cuello. Ella anda todavía a medio vestir. El Chico ya ha terminado y se dedica a recoger.

CHICO: a ver qué me dice después, so cretino, me tiemblan los pies a su lado, me dice que estoy desconocid... Oye, ¿no habíamos utilizado cinco?
CHICA: (volteándose y dejando a espaldas el espejo) Sí, ¿por qué?
CHICO: Joder, mierda, falta uno. Ni debajo de la mesa, ni debajo del sofá. Mira tú debajo del tocador.

La Chica se agacha para buscar el envoltorio del preservativo que falta. No encuentra nada, pero sugiere que da igual. Termina de vestirse. Recoge su bolso, se asegura de que lleva todo: llaves, móvil, cartera y agenda. Después de un repaso visual por el salón, dan el visto bueno desde la puerta del comedor, ya a punto de dirigirse hacia el pasillo. Se besan con los ojos cerrados. Se abrazan.

CHICO: (mirándola fijamente) Eres fantástica.
CHICA: (riendo) ¡Y tú un llorica!

Le dan al interruptor de la luz. El salón queda a oscuras. Una luz en el lado derecho del escenario, más tenue y que procede de otra habitación, deja entrever el sofá bien colocado y los cojines en su sitio. Se oyen pisadas durante unos seis segundos. Más tarde, el rechinar de la puerta con algo de reverberación. Se apaga la luz tenue. Se oye un portazo. 

2 comentarios:

Galastah dijo...

Tu escritura tiene una gran cualidad: sabe reflejar la realidad como si fuera una cámara fotográfica o, mejor aún, una cámara de vídeo. Cada detalle, cada matiz o gesto casual es un eco de la vida cotidiana. Muy buen relato :)

Perséfone dijo...

Jajajaja casi me muero con el detalle de la toalla. Me encanta como captas la cotidianidad en tus relatos.

Un abrazo.