lunes, 9 de febrero de 2009

Frente a frente


He sentido ahora mismo, antes de ponerme a escribir, un escalofrío. Lo noté subiendo por la espalda mientras me erizaba la pelusa de los brazos y la nuca.
A veces me gusta sentir la sensación de un frío imaginado y tiritar sin límites como si estuviera congelada. Eso sucede cuando me pongo nerviosa, y acaba de pasarme.
Muchas veces lo noto en los exámenes, cuando temo a que algo malo suceda, cuando en varias ocasiones me llamaba- antaño- y escuchaba su voz en una noche de primavera y llovía y yo salía al balcón con tan sólo una camiseta de manga corta para poder tener más cobertura y escucharlo mejor, y cuando se fue y recordaba el olor a mojado en pleno verano, cuando escribo sobre cosas triviales pero que, al fin y al cabo, me pertenecen y son mi esencia en carne viva, cuando escucho una canción que puede hacerme sonreír y llenarme de buenas energías, o una película que desata en mí las ganas de llorar y otras tantas cuando me siento al lado de aquel quien creo que me gusta. Mucho.
Y entonces el escalofrío no para de subir y bajar, como la demanda y la oferta que ahora mismo estoy viendo en economía.
Y me encanta cuando voy a la cama pronto, todavía con el escalofrío en el cuerpo y me acomodo la almohada y me arropo hasta el cuello y apago la luz y me acurruco imaginando que tengo alguien al lado y suspiro y cierro los ojos sonriendo, con esa canción alegre en la cabeza. Y entonces sueño con algo que no voy a recordar la mañana que nos sigue y me despertaré de madrugada- como todos los días- y contemplaré que sigo acurrucada junto a esa silueta imaginada- muy real para mí- y le sonreiré, y antes de levantarme seguiré abrazada a sus espaldas y cinco minutos más tarde, escucharé los pasos de mi madre que, aunque normalmente sean suaves y ligeros, se escuchan estruendosos por el pasillo y llegará hasta mi cuarto avisándome de que es hora, que llegaré tarde al instituto, y me levantaré, y me vestiré, y más tarde, en la cantina, me quedaré dormida otra vez, soñando con lo que no recordaba y me daré cuenta de que era con aquella misma silueta, y la reconoceré, y la veré cerca de mí, y sentiré su beso suave sobre mis labios… Lo bueno de ello es que cuando abra los ojos y contemple que esto último no ha sido un sueño, el escalofrío vuelve a recorrerme por la espalda, y yo vuelvo a sonreír; frente a frente.

8 comentarios:

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Way!!!

Anónimo dijo...

Los escalofríos, el miedo y la tensión, son los que nos hacen sentir vivos...

... nos obligan a actuar.

Y por ello nos son tan necesarios como el aire que respiramos.


Un fuerte abrazo desde el Otro Lado

Laura dijo...

Fran, ultimamente tus comentarios son los mejores xD

Borja, estuve buscando el de Inside, pero nada :-)

Galina dijo...

Sí que tienen profundidad, sí

Laura dijo...

el qué? los escalofríos o los comentarios de Fran? xD

Yoyo dijo...

Abrir los ojos y comprobar que no todo lo que soñamos e imaginamos tiene que ser simplemente eso, una vana ilusión, comprobar que es real y sentir ese escalofrio de felicidad, es lo mejor que te puede pasar...
Me ha encantado leerte :)
Besos
Yoyo

AdR dijo...

Pues yo también. Todo menos el final.

Besos

Anónimo dijo...

Brrrrr... estoy en clase, completamente helada (ahora todavía más)

Un beso enorme ***