jueves, 16 de octubre de 2008

Valse pour Águeda (2)

Tras aquello, se durmió de cansancio(...)

La despertó sobresaltada un pequeño ruido chirriante. Asustada, miró a su alrededor, pero lo único que encontraba era las sombras de los tristes árboles de afuera. Volvió a cerrar los ojos, y a acomodarse en aquella cama nefasta, pero, nerviosa, sintió la respiración de otro ser, junto a ella. Tan cerca estaban los dos, que sentía el aliento en su cara. Abrió los ojos. Quiso gritar, pero unas manos le taparon la boca.
_ Shhh!! _ le dijo una voz_ No debes gritar.
Aterrorizada, y todavía con las manos del ser en su boca, se fijó quién era aquel hombre de ojos saltones que irradiaban ira: Johannes.
Lentamente éste levantó su otra mano, escondida tras su espalda. Agarraba un cuchillo que brillaba en la oscuridad. Lentamente el cuchillo se acercaba a la garganta de la pobre mujer, quien intentaba gritar desesperadamente socorro. Pero, al llegar a rozarle su descubierto cuello, Johannes paró, y la contempló. Los dos se miraron fijamente durante unos segundos. El abogado estaba serio, incluso Águeda pudo contemplar que una pequeña gota le recorría la mejilla. Johannes cerró los ojos, y se apartó de ella, arrojando el cuchillo al suelo, y rompiendo a llorar.
Pero Águeda no se movió, estaba tan asustada, que seguía paralizada en aquella cama, y cuando tuvo valor suficiente para incorporarse miró al futuro esposo de su hermana y preguntó:
_ ¿Por qué lo has hecho?_ la voz apenas le salía.
Pero el hombre no contestó. La muchacha se levantó, se acercó hasta él, y le tocó el hombro, volviéndole a preguntar:
_ Dime ¿porqué lo has hecho?
De repente, enfadado, el abogado se dio la vuelta y la cogió de la muñeca, estampándola con la pared.
_ ¿Que porqué lo he hecho? _ Le gritaba_ ¿¡ Qué me has hecho tú a mí!?
Águeda no lo entendía.
_ ¡Vamos! _ Y la volvió a estampar contra la pared_ ¡Contéstame!
Águeda cerraba los ojos y se intentaba apartar.
_ ¿Qué es lo que yo te he hecho a ti?_ preguntó la mujer algo aturdida.
El hombre la soltó con un ataque de rabia.
_ ¿Por qué tú?_ se preguntaba en voz alta_ Tú no tienes nada... No he podido parar de pensar en ti, todos los días, y todas las noches, me rondas en la cabeza como si fueras un espectro que me quiere atormentar...
Águeda seguía sin entender, y le miraba confusa.
_ Mañana sabes que es mi boda, no?_ le preguntando a Águeda, claro que ésta sabía la respuesta_ Bien, pues, tu has hecho que no quiera que se celebre. Tu actitud de víctima, tu triste rostro, tu perfume de azahar, tus escritos… ¡Tú! Eres una especie de hechicera, o de bruja, seguramente me has echado un mal de ojo...
-¿Qué quieres decir?- preguntó Águeda con un hilillo de voz mientras lo contemplaba a cierta distancia de él.
-Yo…- vaciló antes de decirlo.-Te quiero.
Ambos corazones dieron un vuelco. ¿Aquello era lo que le había molestado al gran abogado, que se hubiera enamorado de ella? ¿A caso ella tenía la culpa? Él había dicho que Águeda no tenía nada... “¿De verdad no tengo nada?” se preguntaba
_ ¿Y por eso querías matarme?_ le preguntó chillando, algo decepcionada.- ¿Por qué me quieres?
_ Eso no hubiera importado si no estuviera comprometido con tu hermana. Además, socialmente ella es más…
_ ¿Más qué?...- le cortó al mismo tiempo que se figuraba qué era.- ¿Más guapa?¿De verdad eso te importa?
Johannes miraba hacia le suelo, avergonzado.
_ Parece increíble que seas tan penoso... me pareces tan superficial. ¡Yo te quiero, ¿sabes?! Y no me importa que tengas esa verruga debajo del cuello, que algunas veces no sepas vestir bien, que te guste presumir de lo que tienes, e incluso a veces de lo que no tienes; que a veces te huela el aliento por las mañanas. Ni si quiera me importa que te hayas podido fijar en mi hermana, que eso ya es el colmo. ¿Qué tiene, un bello rostro? Sus banalidades la hacen vulnerable, y su obsesión con el dinero, TU dinero, debería ser suficiente razón como para ver que ella no te ama. Sin embargo, nadie puede fijarse en mí porque no soy bella, ¿de verdad crees eso? Pues bien...
Enfadada y más triste que nunca, Águeda se acercó al cuchillo tirado en el suelo (...)
Laura Martínez. (2006)

3 comentarios:

Galina dijo...

Sin duda alguna hubieras sido la musa de Polidori :)

Laura dijo...

Ignoraba quién era ese, me acabo de informar!

AdR dijo...

Uuuhhh :) Qué miseria de hombre :) Un error garrafal el decir eso de "ella es más que..."

Se merece que acabe solo.

Me voy a quedar por aquí sentado si no te importa, a ver si aparece el desenlace en breve :)

Besos