lunes, 26 de mayo de 2008

Mi yo amargo.

Ahí están mis ganas de seguir.
Tiradas, quizás, entre las ateridas calles.
He probado a llorar, pues muchos me han dicho que a veces las tormentas limpian la mundicia. Pero no ha dado resultado, lo que ha quedado después de las implacables aguas emergidas de estos tristes ojos no ha sido más que cantidad de impúdicos recuerdos inmoralizados que se suman a la pila de basura.
Muchas veces sigo soñando con ellos, por eso, la noche se ha vuelto tenebrosa y le temo. Soy escéptica hasta conmigo misma.
Un ser irreconocible y nimio.
Llegué ha pensar que hasta incluso han practicado taxidermia conmigo. Esa soy yo, un ser disecado que aparenta ser vivo.
No hay nada más que pensar, mi ineptitud no me lo permite. Ignorante como el mismo ser que no se preocupa de atesorar la sabiduría, una ingenua de la vida que cree que este mundo se puede cambiar con tan sólo una sonrisa, y que tras haber recibido varias adustas caras se ha rendido.
Me contemplo en el espejo y no veo más que harapos colgando de este ingrato cuerpo de carnes flácidas. Me despojo de las prendas y me observo con detenimiento.
Comienzo por la cara. Mi mano acaricia mi rostro con algo de conmiseración. Ahí está mi cara redonda y morena, áspera como la lija. Sigo por el cuello, hasta llegar hasta los pechos, (prefiero no hablar de ellos). Mi mano avanza hacia el vientre, y, lentamente, llega hasta mi sexo. Suspiro.
Ahí está, no podemos decir que solitario, pero sí confiado y, por lo tanto, vulnerable.
He seguido por los muslos, luego por los gemelos, y definitivamente, he llegado hasta los pies.
Me siento en el suelo, exhausta, y me aferro a esta maldita prisión.
Mi yo en una pasada.
Mi yo inmolado.
Mi yo marchito y eludible.
Mi yo mórbido e irrefutable.
Mi yo astringente y amargo.
Mi yo inerte, frío y espetado.

Laura Martínez.

2 comentarios:

Perséfone dijo...

Sin palabras...

Haces que vuele mi imaginación con cada uno de tus escritos y esto me hace interpretarlo de una manera que seguro no corresponde con lo que nos quieres dar a entender.

Y la verdad es que me encanta. Sigue así.

Saludos.

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Bueno, me paso muy rapidito para comentarte después de leer esa mezcla de erotismo muy imaginativa.

Un saludo