martes, 20 de mayo de 2008

768 Suspiros, más los que quedan por contar...

EL apetito desvaneció en un momento. Yo contemplaba a mis padres, todavía con los ojos lacrimosos, y me fijaba en cómo agachaban la cabeza y suspiraban a la vez. Ya iban 768 suspiros, había contado todos desde que empezamos la discusión. Yo los contemplaba a ambos con decepción. ¿Ahora qué sería de mí? ¿Tendría que ser Carolconsuelos intentando que todo se arreglase? Yo suspiré y lo sumé a la cantidad que tenía acumulada… ya iban 769.
Todos habíamos llorado; ni si quiera mi padre esta vez se abstuvo de ello. Nunca me imaginé un panorama así:
Estábamos sentados en la mesa dispuestos a comer, cuando los dos estallaron y me contaron lo que sucedía. Una situación confusa y vergonzosa para mí. Supongo que esperaban una contestación u opinión, pero es que no sabía qué decir. Sé que mi madre estaría pensando que la odiaba, y sé que mi padre estaría pensando que odiaba a mi madre y que me compadecía de él. Pues bien, estaban equivocados, los compadecía a los dos; y por supuesto, no odiaba a mi madre, sólo me preguntaba porqué lo hizo. Estaba entre la espada y la pared, ¿se suponía que tenía que elegir, que tendría que verificar que uno de los dos llevaba razón? No estaba dispuesta a elegir entre ellos, y, aunque decepcionada por ambos, me dolía mucho esta situación, porque siempre había dicho que podía presumir del amor de mis padres: tierno, sincero e infinito. Por lo que vi, me equivoqué.

Yo veía a mi hija remover los espaguetis en el plato mientras las lágrimas se le caían por su carita redonda. ¿Qué podría estar pensando? Me preguntaba avergonzado porque había llorado delante de ella; pero es que ya no sabía a quién recurrir. Tenía que contárselo todo antes de que yo explotase por dentro.
Y suspiraba una vez más…
Todavía no sabe lo que en estos momentos aún puedo sentir. Hacía tiempo que no era feliz, que mi trabajo se había vuelto insoportable, y añoraba tiempos atrás…
Soy un blandengue, un hombre caído en las manos del amor, y que éste, traidor, me apuñaló por la espalda. Cuando me enteré de que mi mujer se entregaba en el lecho de otro hombre, me sentí insignificante. ¿De verdad había estado tan al descuido de ella que ya ni siquiera me amaba? Imaginarla haciendo el amor con otra persona que no fuese yo me mataba por dentro.
Yo ya me lo olía de hacía varios meses, pero jamás imaginé tal atrocidad por su parte… y es que nadie me comprende… ¿Acaso he amado mal? Yo creo que he sido el hombre que más la amado en toda su vida. Yo morí por ella, muero por ella y moriré por ella… jamás la dejaré de amar haga lo que me haga.
Y la vuelvo a imaginar engañándome; cómo, en un hotel de lujo, pasaba las noches con otro hombre quizá más guapo que yo. ¿Qué puede pensar todo esto mi hija, ahora que lo sabe?
Porque sé que en el fondo, pase lo que pase, jamás la podré perdonar… y pase lo que pase, jamás podré vivir sin ella…
Moriré lenta y dolorosamente.


Yo había sido la que más había llorado.
Me siento cutre, rastrera, una lagartija arrastrándose por medio del desierto y que se siente pisoteada por sus seres queridos. Puede que no se lo crean, pero los quiero, tanto a mi hija como a mi marido. Lo que pasa es que no han sabido apreciar la opresión dentro de mi cuerpo desde hacía varios años.
Suspiro.
Recuerdo que el amor entre nosotros se fue apagando poco a poco, porque parecía que él ya no tenía tiempo para mí.
Puede que haya dejado de amarlo, no estoy segura… Pero lo último que quería hacer era dañarle…
Soy una mala persona, una pecadora que ha cometido adulterio durante los últimos nueve meses…
Y el cómo disfruté junto al otro, desvaneció en cuanto mi ineptitud al mentir me delató, y es que él me hacía sentir libre, hacía que olvidara todos los problemas que habían en casa… Pero ahora, que ya no lo voy a volver a ver en mi vida, quiero que todo esto se solucione, que mi marido me de una oportunidad, y que mi hija no me odie. Porque seguro que lo hace.
Dios mío… dame fuerzas, no puedo soportar la presión de ser odiada por el propio fruto de mi vientre… ¡Lo siento, de verdad! No quise hacerlo…
En aquel momento embarazoso, sentados en la mesa, se creó una situación algo tensa porque le habíamos contado a nuestra hija Carol lo que nos pasaba. No quiero imaginar lo que ahora pensará de mí.
Y, sin saber qué hacer y decir, tras la discusión recogí los platos y los iba metiendo al lavavajillas, él se levantó llorando de la mesa y se fue a fumar un cigarrillo al balcón, y Carol se encerró en el baño, supongo que para asimilar todo lo que ahora sabía y poder llorar tranquila. Yo, quien fui la causante de todo aquello, me puse a limpiar la cocina. Supongo que fue uno de los pequeños castigos, entre otros muchos peores que todavía me quedan por realizar. Hasta le momento, he de lograr que ambos me perdonen.
Laura Martínez

11 comentarios:

nestor dijo...

Gracias por pasarte un rato.
Paso rapidito porque ya estoy viajando, enviado por la producción del programa de radio, a conocer un pueblo original (llamamos asi a los pueblos descendientes de aborígenes)Se llama San Pedro y tiene solo 800 habitantes y una historia antíquisima desde antes de la conquista española.

estaré aucente tres días...a mi vuelta pasaré a leerte con atención como merece tus historias.

un abrazo.

AAAH!!! me olvidaba: te dije que sos muy bonita??????

coco dijo...

Me encantan las tres perspectivas de una misma historia.

Perséfone dijo...

Que buena historia...

3 perspectivas, 3 maneras diferentes de enfrentarse a una misma historia, 3 maneras distintas de ser valiente.

Sinceridad a raudales.

¿Conseguirá su perdón?

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Laura!!! Qué bueno! ¿Te das cuenta de las posibilidades literarias del post? Varias voces, la estructura tripartita, el tema como conexión... Jo, qué bueno!!!

Francisco

Electric Feel dijo...

Definitivamente este post es el que mas me ha gustado de todos tus escritos (LL)!
Tres perspectivas en una misma historia *.*
un saludo

**Evily** dijo...

Muy chulo el post, 3 vistas; misma historia, la mia no se acerca ni de lejos...Y hablando de eso, Eladio casi me obliga a venir aquí, parece que se cree que yo soy tonta, porque este blog ya lo conocía, me había metido ya ¬¬.
No importa, tus historias están muy bien.

Saludos!

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Mira que es bonita la nueva presentación y esa imagen de la foto con las gafas xDDD. Así como la historia, como siempre, sublime.

Un saludo

Mefistófeles dijo...

Tres puntos de vistas, tres conexiones distintas...
Una multiplicidad de sentimientos e historias...

Saludos y Abrazos!

Deva dijo...

Según tengo entendido a los padres no se les puede decepcionar!
Al final uno se da cuenta de que en realidad un padre es un extorsionador que siempre busca algo!
Siento haber estado ausente por aquí!

Deva dijo...

Ha, y los padres siempre resultan más humanos de lo que nos pensamos!

nestor dijo...

Hola, de vuelta y pasando a leerte.

Estoy de acuerdo con algunos comentarios que me preceden en cuanto a tres miradas de una misma historia. Pareces tener facilidades para guionista de ficción porque las tres posiciones son muy reales y muy difíciles de lograrlas ya que habría que desprenderse de cada una para lograr la otra. Lo haces perfectamente.

En cuanto al relato en si, no escapa de la media de los problemas de muchos (por no decir la mayoría) de los matrimonios de estos años. La voracidad del tiempo y lo rutinario desgasta cualquier relación y no me refiero a la muerte o desaparición de los sentimientos sino de momentos dejados de "vivir".

Pero el problema es el complejo de "culpabilidad" que, por lo general, no lo asume el supuestamente perjudicado sino por quien se animó a vivir.

para seguirlo charlando.

hasta la próxima.
un abrazo