lunes, 10 de octubre de 2011

Ella soy yo





Todos soñamos cosas. Nos acurrucamos entre sus brazos, nos balanceamos con sus piernas  y caemos sobre su orgullo, pisoteándolos una y otra y otra vez, hasta que, a la noche, volvemos a soñar. Sin condiciones de ningún tipo.

(...)

La miro fijamente. Ella soy yo.
La veo pasear por la calle con sus gafas de sol.
Llora.
Luego ríe.

La observo: ella soy yo.
Saca de su escote un sombrero de copa.
Saca del sombrero de copa un paraguas.

Empieza a llover. Lleva el paraguas a modo de bastón. Se moja. La lluvia borra su cara. Mi cara.
Ya no tiene boca, ya no tiene cejas, nariz, ni pecas.  No tiene ojos, pero veo.
La veo.
Me veo.

Tiene el pelo mojado y ha perdido la ropa por el camino. Sus pechos son los míos, pero los de ella me gustan.

Me siento observada mientras la miro fijamente.

Su pañuelo de lunares se parece al que tengo colgado en el perchero de casa. Se intenta ahorcar con él desde un árbol, pero de repente el árbol ya no está. Desvanece. Nunca existió.

Sigue sin tener rostro.
Ella soy yo.

Cómo la envidio

2 comentarios:

Viictor. dijo...

Es casi hipnótico!

Jose Gines dijo...

Si en lugar de ella soy yo hubiese dicho Yo soy esa -con foto de la Pantoja- más que hipnótico produciría pesadillas