El otro día cogí un pincel y con un poco de pintura puse a prueba mis dotes de artista.
Me preguntaste cuántas ganas tenía.
Supuse que preguntabas por pinceles de otra clase. "Si supieras que no llevo bragas y que no tengo ganas de encontrarlas, sabrías cuántas"
Con las manos llenas de pintura- roja-, comencé a pintar el lienzo. Dibujé algo que llamé las llamas del infierno y lo que tú confundiste con amapolas, eran rostros en agonía y contienda, quemándose en el fuego.
Me preguntaste esta vez cuántas ganas de las de antes conservaba. Como ya sabía con seguridad a qué pincel te referías, te miré, te metí mano y te reté.
El (tu) pincel resultó ser brocha, y tras una tarde llena de brochazos torpes y patosos, me di cuenta de la horrible artista que estoy hecha, pero me dio igual y colgué el lienzo en el cuarto, junto al espejo, para recordar que un día por lo menos lo intenté.
4 comentarios:
Es una historia, pero se extiende o puede tomarse de dos maneras distintas (por lo menos para mi). Me gustó :)
Me ha encantado, la historia y el blog... Genial ;)
Un beeso!
GENIAL!
http://todounmelodrama.blogspot.com/
Joder. Punto.
Besos.
P.D.: Y ya me contarás un día dónde encuentras estas fotos.
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