miércoles, 16 de febrero de 2011

Carnaval

Él comía solo, paseaba solo y jugaba solo. Cuando ellos querían, él dejaba que se aprovecharan de su soledad; cuando él buscaba, jamás le invitaron a un mísero café.
Y cuando tuvo la oportunidad de comer en dúo, de pasear con charla y de jugar a algo que no fuera al ajedrez online, escogió su soledad para poder disfrazar, durante unos minutos al día, aquella falsa sensación de relevancia entre la gente y convertirla en una que le supiese a verdadera. Todo un carnaval diario.
Lástima.