
Paseo la lengua por las barriadas secas de mis labios.
Ya ni siquiera el cacao ayuda.
Todo me sabe mal;
en realidad nada me sabe.
Tu insipidez deteriora mi memoria,
y mi memoria sólo puede saborearte en recuerdos.
Los lengüetazos se extinguieron.
Eres insensato.
De alguna manera,
aunque no voluntariamente,
pienso en ti a menudo.
Me aburre el no-juego que tenemos,
me causa fatiga las no-corridas que practicamos,
me satura tu no-presencia ahora que Madrid quedó a 500 km.
Cánsate de olvidarme.