La gente viene y va, y se viste con sus mejores atuendos. Unos caminan a prisa y otros a paso lento, y vuelven y se giran y hacen cola para compran lotería, y salen de las tiendas con millones de bolsas en las manos.
La gente viene y va, y la tarde pasa entre ruidos de coches, risas, y conversaciones ajenas. Las calles siempre atestadas y los bares nunca vacíos. Guantes para el frío y gorros para adornar. Mi vida en una vuelta y media, y la gente que viene y va. Y sigue viniendo. Y no se marchan, sólo dan vueltas.
Pianos inesperados, acordeones por los parques, jazz en los pequeños rincones y Vivaldi en la calle del Arenal.
Rosas por doquier y olor a colonia de mujer por toda la ciudad nocturna. Iluminada. Bronceada. Adornada. Llena. Viva.
La gente viene y va y cantan, y van al teatro, o a la ópera, o simplemente a vagar por Montera en busca de… 100 montaditos a un euro cada uno (o a charlar con la bella dama apoyada en el árbol).
La gente viene y va, y es misteriosa, y no sabes nada de ella, y crea imaginación, y sonríe con amabilidad o te gruñen con poca educación. La gente viene y va, y yo voy con ellos, y eso, eso... me encanta.
5 comentarios:
Y eso es lo bueno que tiene la vida, que es un espectáculo constante.
un beso
Qué bien sigues escribiendo...
Me gusta ir viendo Madrid en tus ojos....
Besicos
Interesante.
Me ha gustado el uso de las conjunciones del modo en que lo has hecho...
Un fuerte abrazo desde el Otro Lado
Y a mi me encantas tú.
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