La soledad tiene eso del aguante. Camino sin rumbo, con pies
dolientes y mente confusa. No importa lo cansada que esté, sigo con el trote (o
el arrastre) porque me empeño en el encuentro. El lugar que me haga feliz sin
importarme el silencio, mirándome las manos, disfrutando de mi hallazgo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario