lunes, 20 de febrero de 2012

Intentos de. #3

Pásame la goma, reina, me dice y yo me asusto; está en la guantera, amor. Es meloso. Cuando habla parece cantar. Pásame también el peine verde, reina. Qué pelo tan tieso. Qué pelo tan tieso se le queda. Goma. Gomina. Efecto mojado, hacia atrás. Se lo ha peinado con tanto esmero, que al pasarse una y otra vez el peine verde se le han formado pequeños bancales. Se mira al espejo retrovisor, se gusta. Se encanta.

Con el mismo esmero se perfuma. Se echa litros y litros de colonia cara, y lo dice, le encanta presumir. He pagado 200 euros por este frasco, cariño, dice, 200 euros, recalca y se echa más, por el cuello, el pecho, el pene. ¿El pene? Sí, me ha parecido ver cómo se ha entreabierto los calzones para perfumarse la polla. Cree que esta noche me va a follar, pero a mí él no me gusta.

Fuma. Me ofrece una calada. Hay humo por todo el coche. No es tabaco, se huele. No es tabaco. Esto me gusta mucho, reina, me relaja. A veces también me meto alguna rayita, pero no siempre, ¿eh? muy de vez en cuando. Tú eso nunca lo hagas, reina. Reina. Me imagino a la reina con la nariz empolvada y blanquecina, dándolo todo por un subidón.

Con una sonrisa, apaga el cigarrillo y anuncia que está listo. Vayamos a bailar, amor, pongamos en práctica todo lo que te he enseñado. Me fijo bien en su cara. Se perfila las cejas y se echa antiojeras.. Nunca para de sonreír. Tiene los dientes blancos y bien rectos, qué horror, pienso, el brillantito en el premolar supera la  horterada de sus zapatos de punta con hebilla plateada. 

Bajamos del coche. Cruzamos aceras. Llegamos al sitio. Viene conmigo, es mi novia. Y no pago entrada, ni perchero. Viene conmigo, es mi novia. Le encanta decirlo, y me coge de la mano. Me pasea por todo el local diciendo esa falacia. Es para que me dejen tranquilo, hoy no quiero hablar con nadie. Pero es inevitable, las víboras se le acercan con las faldas subidas y las piernas abiertas. Llevan el rimel corrido. Viene conmigo, es mi novia. Mejor, así se une a nosotras, dinos, ¿te atreverías? 

  

La cabeza me da vueltas, aunque estoy bailando muy bien. La bebida me quema la garganta. Le han puesto algo, seguro, le han puesto algo. Amor, reina, - qué asquerosamente meloso es- escucha la música, relaja los brazos, relaja las piernas y siéntelo más. No sé exactamente a qué se refiere. No logro sentir bien el ritmo de la canción, lo único que noto es su entrepierna bien pegada a mí. El pelo no es lo único tieso que tiene. 

Quiero parar y no quiero parar. Pienso en cómo me ha quemado la bebida. Pienso en los giros que doy y en la sensualidad con la que nos movemos, con la que me hace moverme. Pienso en las víboras, en cómo mueven la cola, en cómo hacen sonar su cascabel. Quieren morder y se  vuelven a acercar a nosotros con sus lenguas bífidas, serpenteando. Huelen a babas y a sexo. Creo que el rimel se les ha corrido con las lágrimas que lloran cuando se la meten hasta el fondo de la garganta. 

Me voy a casa, le digo. No te vayas, reina, quédate un rato más. Pero su colonia cara es demasiado fuerte y su cinturón de Dolce y Gabana demasiado brillante. Me voy a casa. Qué fácil ha sido.Yo que esperaba una historia desalentadora y no un final sensato.

3 comentarios:

Laura dijo...

Ezequiel dice al respecto:

"Me ha parecido una historia muy... como díria realista, vamos a llamarlo REALISTA.
Me ha gustado, por primera vez te no te has ido por las ramas y nos ha ido un poco de redicha en plan "mira cuantas palabras he aprendido" (todo esto se lo digo con cariño que soy su compañero de piso)
Me ha encantado como has ido guiando la historia con sus halagos a lo largo de toda la historia "reina mia""

Anónimo dijo...

Me gusta, podría dar una opinión más extensa, pero antes prefiero y deseo preguntar al autor....me encanta...

Ruth (ya sabes) dijo...

Leer bien lento el post al ritmo del Minnie The Moocher que tienes puesto más abajo.
Más abajo, uh! no tanto...