DE ESPIRITUALIDAD Y HIPPISMO
** Canción con historia. Debería contarla en otro de "Intentos de."
Cuando cumplí los 14 decidí que en algún momento debía cambiar de actitud. Consideré
que la mejor época para hacerlo sería durante el verano.
Así fue.
Volví de Alemania con faldas verdes, blancas y rojas
hasta los pies, pulseras en los tobillos, trenzas en el pelo, camisetas con
mangas acampanadas y estampados de flores.
Me sentía bien
conmigo misma. Había dejado atrás el victimismo y me había calzado con buen
humor, paz y armonía. Take it easy,
decía, con ese acento inglés exagerado. Take
it easy, como lema siempre que algo me sacaba de quicio. Respiraba
profundamente, contaba hasta tres y sonreía. A veces incluso me ponía a
“meditar”: me sentaba en la cama, cruzaba las piernas, apoyaba los codos sobre
las rodillas y extendía las palmas de las manos hacía arriba, siempre poniendo
índice y pulgar en forma de O.
Mi habitación entera olía a incienso, creía colocarme
con él.
Hablaba abiertamente de sexo. Es natural, decía, son cosas
normales; pero yo todavía era virgen y no tenía ni idea de otros asuntos
que no fueran aquellos que los de explorarse a
una misma. Porque eres tú la que tiene que conocer tu cuerpo antes que nadie.
Y la gente al principio me miraba extrañada. Luego se acostumbraron a oírme
hablar sobre masturbación como si fuera una sexóloga experta.
Otras cosas que hacía:
Le contaba a la gente que, antes de empezar la
universidad, me embarcaría en algún viaje solidario a la India o a Brasil.
Bailaba bajo la lluvia cantando y dando vueltas sobre
mi propio eje mientras agarraba la falda por los volantes.
Escuchaba Manu Chao y Janis Joplin.
Me aficioné a comer hamburguesas vegetales, hechas de soja texturizada.
Me aficioné a comer hamburguesas vegetales, hechas de soja texturizada.
Pedí un shisha
para mi cumpleaños y fumaba tabaco con sabor a menta como una cosaca.
Me enamoré del sueco de mi clase que quería ser fotógrafo
y al que le gustaba el nujazz japonés**. (Yo también le gustaba.)
Comencé una novela sobre dragones, profecías y
personajes ambiguos, con el mejor título del mundo: “El dragón de los océanos
congelados”
14 años, ilusa y feliz.
Enamorada de la vida. Y del sueco, claro.
Cuando cumplí los 15 decidí que en algún momento debía
cambiar de actitud.
**Por aquel entonces, el sueco estaba muy
metido en la cultura japonesa. Nujabes era
su referente musical.
metido en la cultura japonesa. Nujabes era
su referente musical.
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