sábado, 9 de abril de 2016

Domingos luchaneros

A veces los domingos no son tan irritables.
Tomamos el sol en el pequeño balcón de la casa, charlamos con la vecina, que cumplirá diez años en Luchana el próximo noviembre, bebemos sidra, fumamos desmesuradamente entre risa y risa, y planeamos viajes que nunca emprenderemos.
Todo parece un mal ajeno, nos damos cuenta de que tenemos más tiempo que vida, que se pueden contar las horas de descanso, contamos el total de momentos como este. No nos suele gustar la tranquilidad, pero la disfrutamos, la agradecemos, la vivimos como cualquer otra situación adrenalínica.
Nos desnudamos y nos miran los transeúntes. Llamamos a Yoli, le contamos qué tal todo, ensaltamos el amor que nos sobra, nos comparamos las braguitas, nos quitamos pelos de los pechos. Apreciamos la naturalidad en toda su esencia y, sin más remedio, nos dejamos hacer por las tardes que pasamos juntos, en silencio. Porque a veces somos felices y no nos importa.

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