domingo, 20 de marzo de 2011

¡Damn!

Es increíble cómo un lugar puede remover los escombros de la memoria.
De repente los recuerdos se postran arrogantes y sin invitación en el umbral de la mente, como aquel que llega a la cena con botella de vino en mano pensando que con eso soluciona la incomodidad de su presencia.
La memoria es todo lo que nos queda, y todo lo que no queremos. Nada la para, y por mucho empeño que pongas para derruirla, su firmeza la mantiene en pie. Finalmente desistes y caes bajo las zarpas de esa maldita pregunta que te haces cada vez que oyes su nombre.
No se trata de lo que una vez pudo ser. No se trata de desamor. No se trata tampoco de penas ni penumbrias. Posiblemente tampoco se trate de tormentos o nostalgias, ni de vísceras palpitantes que se encogen rápido, acechando el desengaño.
Se trata de patinar sobre mis propios argumentos, desalentándome con cada porqué que retumba en mi cabeza suscitando la idiocia.
El tiempo corre rápido y llega a la meta con horas de adelanto porque tú has caído de bruces al suleo al tropezar con aquel viejo tronco caído.
Pero dejo el romanticismo a un lado, que no estamos en el siglo XVIII y yo ya soy mayorcita para memeces de este calibre.

Esta tarde me voy de aquí. Y volveré a volcarme en lo único que hoy por hoy me excita -en cualquier sentido de la palabra-.
Madrid está llena de pasiones como para desaprovecharlas.

P.D. Te prometo que no volveré a evocar tontamente mis inseguridades.
Maldita sea.

3 comentarios:

AdR dijo...

El link no funciona bien... pero he podido entrar pinchando en la insignia del lateral.

Hacer un programa de radio tiene que ser algo muy difícil, voy a ver si investigo y puedo oír algo... :)

Besos

Juan Carlos dijo...

ser romantico no esta reñido con ser gilipollas, aunque a veces se parezca.. =)
animo con el proyecto.. seguro que dara sus frutos =D

Ruth dijo...

Pam!