Mi cabeza está en 2008; yo tenía dieciséis.
Tengo mejor relación con los espejos. La vanidad se ha
transformado en autoestima. Qué bueno, pienso; cuánta culpa tendrá la industria
del buenrrollismo, pregunto. Lo cierto es que he sido demasiado triste para
haber sido tan querida. Eso lo sé ahora, que me quisieron, digo. Mucho relato
sexual en 2008, hormonas revoloteando por el cuarto, sintiéndome pionera por
ser chica y por contarlo en voz alta. Me leo y me hago gracia. También me doy
vergüenza. A pesar de todo, sumida en mi caos mental sigo un poco, aunque de
otra manera. Solo sé escribir si reflexiono sobre mí, eso no ha cambiado. Del
amor también escribo mucho.
Por aquel entonces me intercambiaba mails con un anónimo
de la red – cuánto afea internet el relato, siempre lo pienso-. Me escribía
como si fuera su amor platónico: me echaba de menos si no me conectaba, me
confiaba sus miserias, hacía hincapié en mis 16 y en cuántos años me sacaba.
También decía que leerme era lo mejor del día. Con eso me tenía ganada y yo me recreaba en esas palabras que todas las noches tecleaba
para mandarme. Seamos francos: él era un pervertido y yo escribía mal. Escribía como una
niñata de 16 años que no tiene idea de lo que es vivir. Mucho pajarito. Mucho
wannabe. Mucha sinceridad. Antes no me asustaba tanto eso. Escribía por dos
cosas: desahogarme e inventar a la Laura que quería ser. La que realmente era y
no me atrevía. La que nunca fui después, ¡y menos mal!
Una cosa no ha cambiado y es mi amor inexplicable por Britney Spears. Sigo escribiendo con muchas
comas, como si, no sé, quizá, intentara explicarlo todo más atropellado.
Atropellados estamos todos un poco. La cosa es que me estoy acordando de esa
Laura de 16 y de todas esas expectativas que tenía, y de todas esas inseguridades
que tenía, y de sus complejos. La industria se cebaba con chicas como
nosotras porque no fuimos – y nunca lo seremos- sus delgadas y hermosas
criaturas. Ahora me da igual. Me gusto. Pero leerme tan triste me pone triste,
sobre todo si es por un motivo como ese. Era infeliz. Era desgraciada. Y aunque
momentáneamente reía mucho y muy alto, porque siempre he sido muy escandalosa,
solo quería estar delgada. A veces lo sigo queriendo. Qué locura vivir con el
deseo de ser quien no eres. Amiga Laura de 16 años, ojalá haber podido
conocerte y decirte que eres increíble. Había otras cosas de 2008 que te gustaban mucho a parte de
Britney Spears. Zero 7, con Sia, Laura Marling, las postales y las noches al teclado sin participar de nada más. Eso es lo único que
envidio de 2008. Llama Samu y me saca del recuerdo. Cómo lo quiero, pienso,
cuánta culpa tendrá el presente.